
Porque, efectivamente, hasta allí viajaron entonces Pepín y María Luisa. Ambos aparecen, sonrientes, en una fotografía publicada en un periódico local, junto a algunos miembros de la brigada del Mesón del Cid y de los restaurantes donde cocinaron durante los 30 días de las jornadas. Como no podía ser de otro modo, la experiencia fue todo un éxito, sobre todo porque muchos comensales que disfrutaron de ella tenían origen español, con todo lo que eso significa reencontrarse con recetas, sabores y aromas que, en muchos casos, tenían prácticamente olvidadas.La morcilla de Burgos, el lechazo asado, los quesos de oveja, los vinos de la tierra…
Pepín y María Luisa regresaron encantados de allí y, durante mucho tiempo, recordaron el cariño que recibieron de aquellos compatriotas, que tan lejosvivían de sus orígenes, del lugar donde nacieron sus abuelos, padres e incluso ellos mismos; y de qué modo Burgos es apreciado en lugares tan lejanos, así como sus principales señas culturales, como el Cid, La Catedral y, por supuesto, su gastronomía.
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